noviembre 14, 2004

Transmutaciones sentimentales.

Un día te vi desde lejos y me gustaste. Un día me diste flores. Un día te hice de cenar. Un día nos enamoramos. Un día te quise más que nunca. Un día tiene su final.
Nos formamos de partículas, átomos sentimentales, células del amor que se van uniendo y creando un nuevo ser, un ser dual, un monstruo de dos cabezas y somos felices. Pero la evolución también tiene sus límites. Los fenómenos son marginados, porque si alguna vez nos llegamos a ver reflejados en ellos, nos aterrorizamos y decidimos no hacerle cazo al instinto primitivísimo del amor -nos hemos banalizado-.
Afortunadamente tú y yo retamos al ser “moral” y nos transformamos en ese deforme sentimiento que ahora nos rige y que resulta ser más poderoso que cualquier relación normal manejada por los estándares normales de la gente de una cabeza. Asustémoslos entonces, porque aquí, entre Karla y Santiago hay algo más que lo que la imaginación “decorosa y decente” permite, hay algo más que el Somos novios del maestro Manzanero, esta el contenido que es lo importante, esta el amor abierto, franco, humilde, sencillo y sin compromiso que nos tenemos. Es amor de-a-devis. Es un monstruo deforme e incomprensible, así, tratemos de entenderlo.
Tengo, entonces, algo que agradecerte, porque todo lo que ahora somos es parte de lo que alguna vez fuimos.

PD. Esto si es para vos =*