Yo tan fuera de mi.

Hay que hacer de cuenta que ya me sali de este cuerpo tan jodido, que los ojos rojos ya no arden con la tarde incendiaria y que los niveles IMECAS nos valen madres, a todos, igual que el segundo piso del peri y los noviecitos del edificio de Barranca que entre 4 y 5 de la tarde dan su espectáculo para los drivers de las alturas desde el depa de la mamá de ella. . . aunque el morbo no lo perdamos, no´más hay que hacer de cuenta. ¿Si?
Digamos que andamos deambulando, pero no como almas en pena, eso ya también me parece tormentoso, pues cada quien sabe muy dentro de si (y eso es en el alma) a donde pertenece. . . pluf. . . segundos de reflexión y ya me dan ganas de bañarme en gasolina. . . imagino que así al Amo del inframundo se le ocurriría abrirme las puertas.
Nada más deambulemos.
Todo lo que pueda decir es totalmente irrelevante: a mi denme una luz que esta que traigo ya no brilla tanto.
La luz que brilla a lo lejos en esas mañanas dominicales de teatro San Jerónimo y Peter Pan, la luz de las Navidades infantes, de Anaheim y Epcot la luz de la despreocupancia. . . no la que me ofrecen si entiendo las derivadas, ni la que me daría un buen trabajo, una camioneta Lincoln y dos o tres chamacos con un buen hombre. No la que me ofrecen si soy buena con lo que sea que haga. La esperanza no va conmigo. No me brilla en los ojos el hielo que se le hace al referí de mi abuelita, no me gusta meter la cabeza al congelador escarchado y esperar que vuelvan esos 25 de diciembre. . . no me gusta oír el “todo va a estar bien”. . . nadie -en el fondo- se cree ese cuento. . . ni aquí ni en España. Despreocupancia es lo que quiero: hacer de cuenta que me salgo y ando deambulando sin ton ni son. Dejar de querer volar y solo flotar pa´no tener que mover ni un solo músculo, para no salir herida. Olvidar que a los 19 años quise ser una hada, y que ahora me preparo hot cakes con marihuana. Todo es una ilusión.
Son apenas las 9 am pero eso no cambia nada. Bueno. . . ¿qué les cuento?. . . ¿me querrían contar ustedes algo a mi? . . . todo lo que yo pueda seguir diciendo es totalmente irrelevante.
Se me va quitando el miedo. . . Todo es una ilusión, les decía. La esperanza no se me da, pero las ilusiones tampoco se me rompen. Es tan triste mi lealtad a ellas cuando de este lado los niños venden chicles y te gritan ¡culero! si no les compras, hay calles sucias por gargajos de microbuseros, de viajes largos, camiones, metro, personas desconocidas que te tocan el hombro para que los dejes pasar entre la multitud o de carros bonitos por sexo (habrá quienes nunca tomen el metro, pero acá para todos hay), así son las ilusiones de este lado. . . y cuando no hay estacas de plata que clavarle a los vampiros, susurro de canción en el oído, miedo de los primeros días de clase, Peter Pan ni Isla del Tesoro, cuando no hay hadas de 21 años. . . es difícil ser dañado y tener miedo.
Nadie ha de ser dañado deambulando entre despreocupancia, así todo es desilusión, aunque aparente lo contrario.
Mejor dame una dosis de vida y quitame los bulbos que la luz que ya no prende es precisamente luz que necesito.
Por eso hay que hacer de cuenta que ya me sali ¿Si?