A los que no se les acaba el amor.

Tarea difícil la de enamorarse, la de un largo noviazgo, la boda, los hijos, ser padres de familia, esposos y todo lo que ello implica. Por lo menos a mi me parece difícil.
No puedo saberlo, pero a los que no se les acaba el amor han de tener ese baúl llamado corazón y a veces cerebro repleto de imágenes que les recuerdan a cada instante cuan valioso ha sido el tiempo juntos. Cuando los veo, eso es lo que pienso.
Se encontraron un día y fue entonces que sus ojos les dictaron momentos de fotografía, luego la llegada de varios veranos con sus otoños y primaveras y hasta una estrella azul bien brillante que los ha ido iluminando, supongo que también las mariposas en el estomago y las campanitas que uno oye cuando esta enamorado. Les llegaron los instantes en los que se desea tan solo una mano cálida y tierna. Y se tomaron de la mano.
Imagino a esa chica “piernas cortas” con el muchacho de cabello largo la primera vez que salieron a bailar y sé que un éxito de José José les es especial.
Los dos siempre han estado locos así que fue un repentino 30 de agosto según me cuentan. Ella iba con sus maravillosos ojos negros y vestido blanco, él llevaba zapatos zuecos y una flor roja en la estola. Un par de meses antes, un pleito parecía terminar con un futuro promisoriamente unidos y la anécdota se llena de otros detalles más. Un 30 de agosto de 1980 fue cuando se dieron el sí en las buenas y en las malas y la anécdota se ha seguido llenando de más y más detalles pues a ellos no se les acaba el amor.

A mis viejos feliz aniversario.
Que cada noche sea noche de bodas y que cada luna sea luna de miel.