Todos dicen que te quiero.

Todos dicen que es fácil. Pero a mi me sigue sin parecer sencillo, quizá es simplemente que yo quiero los días en blue y el amor así no se me da o por lo menos no de la manera fácil como a los demás.
Ahora el amor se me está convirtiendo en la burbuja que danza y danza en el páncreas, cada vez que se te ocurre abrazar a tus amigas mientras yo platico con los borrachos de la fiesta. El amor se me está convirtiendo en esa luna que te espía a ojo redondo.
En la ballena que nunca tragó mariposas para devolverte los besos que lanzas.
Se me está convirtiendo en el par de hadas que me nadan y nadan en el estómago, cuando me dan ganas de colorearte un ridículo corazón derramando merengue y que a final de cuentas resulta ser un salpicadero de sangre.
El amor es el responsable del suicidio de mis lágrimas. El amor es el presunto responsable de este delito a medio día.
De este síndrome de sirena que me hace cantar bajo la regadera. El amor es el culpable de que mientras viajo en autobús cualquier canción me haga sentir feliz.
El amor se me está convirtiendo en el sueño perfecto y en tu olor a cerveza. En los sueños e ilusiones que me puedes dar. En todos los ángeles que caen como confeti cuando me susurras cosas lindas. Se me está convirtiendo en un pájaro renacido. En el ave fénix de una historia partida en mil capítulos.
Y ya no hay mucho que pensar porque el amor se me esta convirtiendo en todo menos en neuronas.
Todos dicen que te quiero y yo digo que no es fácil. Pero te quiero.