11 días

19 colillas de cigarro y un cenicero.
La misma canción de Beck sonando por última vez.
Tal vez aun quede cerveza y la historia de mi vida recortada del 3 al 20. O cuando menos las cosas que puedo recordar. Año por año.
Ahora 20 colillas de cigarro.
No todos los recuerdos son confiables. La memoria me juega mal. A estas horas se vuelve una maldita tramposa.
Aldo tenía uno menos que yo. A mis 8 jugamos a los osos Gummies y nos preparábamos jugos de gumyballas con pasta de dientes en el baño de su casa. Ahora su casa está en ruinas ¿Cómo estará él?
A la salida de mi primaria había un árbol de flores moradas. Cómo me gustaban.
Con Alejandro siempre me peleaba por alcanzarlas y ahí nos tenían a las 12:30 corriendo a la salida para treparnos al arbolito. Creo que él ahora es gay y baila charanga en un salón dancing.
Huy… como me acuerdo de mi Miss Cita, ella me enseño a ponerle el acento a las palabras. Siempre me reprendía: no atravieses así las vocales niña. Pero necia como siempre he sido, yo seguía tomando la tilde y soltando estocadas a las vocales. Y mis vocales, creo, sangraban hasta el renglón de abajo. Igualito que la cabeza de la Miss Cita cuando se callo de las escaleras y murió instantáneamente. Cuando me contaron su trágica muerte me dieron ganas de no volver a poner acentos.
En el Kinder una vez vomite un boing de uva, me dio tanta pena que deje de hablarles a los compañeritos casi una semana. Ese mismo día después de la vomitada un niño se rió de mí. Recuerdo que me gustaba, tenia el cabello chino y rubio. En clases le puse el pie y se callo al suelo, le sangro la nariz y me echo la culpa mientras lloraba.
Odio el boing de uva. Desencadeno una serie de sentimientos que me dan ganas de vomitar.
En cinco días de insomnio se puede recorrer toda la vida.
O tal vez sea que nada de esto sea cierto, y yo sólo me lo haya inventado para soportar estas horas y la razón de mis desveladas.
Como sea, las noches de insomnio ya aprendieron a dormirse de pie. Como las gallinas.

Hasta otro día.