abril 14, 2006

La primera de muchas.

Si, ya sé que se dice: ¡Ya chingamos! Pero no me voy a quedar con las ganas del: ¡Muchas felicidades!
Así que mi niño: Muchas felicidades y que sea ahí en donde construya la casa de su felicidad, una de tantas y en uno de tantos lugares. Esa primera con patio interior, claro, bien adentro hasta la felicidad, cerquita del orgullo –pero del orgullo bueno, del que hace a uno sentir bien- hasta allá donde no lleguen los días tristes mas que de vez en cuando, que sea el terreno perfecto, fértil y de invierno y digo de invierno cuando quiero decir de primavera para que aun en esas noches blancas y frías la bonanza congele a los diablitos que no dejaran de clavarnos -por mas cerca que estemos de la felicidad- los tridentes enrojecidos y no dejaran de comerse la manzana que nos pertenece. Que los cuaje enteros y que nos dejen construir la casita en el árbol. Esa que vimos en Querétaro, la de color azul.
Yo acá sigo encendiendo velas para que la vida lo trate bien y le extienda la rama plena del fruto de la dicha. Y que le permita subir hasta la cima, que es el lugar a donde las personas que se han esforzado y luchado tanto como Usted deben estar. Usted sabe que cuenta conmigo para hacerle escaloncito, que tiene a su disposición mis manos y mi alma y que siempre, siempre, siempre cuenta conmigo para todo.

...y en esa rama estará la casita. Pa’ vivir allí hasta que estemos viejitos. Hasta Siempre.

P.D: Prosperidad y mas prosperidad pa’ ti, mi niño.